viernes, 30 de noviembre de 2007

El Grial

No era fácil encontrar aquel Grial que buscaban los valientes en valles profundos y bosques negros, en castillos encantados construidos sobre el viento, en juegos de muerte infinitamente repetidos. No era fácil porque la copa era de un oro demasiado puro y había contenido una sangre demasiado santa y arrastraba misterios demasiado impenetrables y prometía redenciones demasiado imposibles. Aquel Grial costó tantas cabezas que quedó sumergido en un mar viscoso y rojo como el olvido. Casi nadie va ahora, por tanto, a la búsqueda del grial, y los pocos que parten lo hacen sabiendo que todo era una leyenda. Ni la copa era de oro ni la sangre era santa. Es más: no hubo copa ni sangre. Los pocos que ahora van a la búsqueda del Grial saben perfectamente que nunca existió salvo como una idea nacida del deseo, transmitida por la audacia y esculpida con la imaginación. Por eso están en condiciones de encontrarlo. (El puente de fuego, 20)

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