jueves, 13 de noviembre de 2008

Los pasos

Desde hace años, en algún momento del día, oigo el ruido de unos pasos que se acercan lenta, majestuosamente. Durante un tiempo pensé que correspondían al embajador de la muerte. Luego, sin embargo, llegué al convencimiento de que ésta era una idea absurda, pues la muerte no manda embajador, sino que irrumpoe, sin protocolo, como un viajero cualquiera. ¿A quién corresponden entonces? No lo sabré hasta que finalmente se detengan delante de mi puerta. (El cazador de instantes, p. 80)