sábado, 8 de agosto de 2009

El esplendor

Estoy cada vez más convencido de que el conocimiento de lo que somos cada uno de nosotros es algo que se da súbitamente, de golpe, a través de un solo relámpago que de modo inesperado cruza la oscuridad. Algo similar, por tanto, a la iluminación que dicen experimentar los místicos con respecto a lo que es Dios. La diferencia, sin embargo, es que el conocimiento de lo que pueda ser uno es una tarea más difícil y sinuosa que cualquier iluminación divina puesto que nunca estamos preparados para percibir el relámpago y, en consecuencia, olvidamos su esplendor. La mayoría acaba siendo inconsciente de este olvido como si el rayo nunca hubiera existido. Únicamente unos pocos presienten que algo sucedió y quieren aprender a recordar el momento en que la noche de sus vidas se llenó de claridad.

(El cazador de instantes)