sábado, 8 de agosto de 2009

El esplendor

Estoy cada vez más convencido de que el conocimiento de lo que somos cada uno de nosotros es algo que se da súbitamente, de golpe, a través de un solo relámpago que de modo inesperado cruza la oscuridad. Algo similar, por tanto, a la iluminación que dicen experimentar los místicos con respecto a lo que es Dios. La diferencia, sin embargo, es que el conocimiento de lo que pueda ser uno es una tarea más difícil y sinuosa que cualquier iluminación divina puesto que nunca estamos preparados para percibir el relámpago y, en consecuencia, olvidamos su esplendor. La mayoría acaba siendo inconsciente de este olvido como si el rayo nunca hubiera existido. Únicamente unos pocos presienten que algo sucedió y quieren aprender a recordar el momento en que la noche de sus vidas se llenó de claridad.

(El cazador de instantes)

1 comentario:

Migueloyor dijo...

Ha puesto demasiados conceptos para un solo aforismo. Veamos.
El esplendor, del título, equivalente al "Zohar" de los cabalistas es el RESULTADO (literario o verbal) del contacto directo con la Divinidad.
El trato de tú a Tú con la Divinidad se da si el individuo tiene formado un concepto de lo que es Dios. Dios no hace anagnóresis, ni se identifica con voces o cartelitos. El individuo se da cuenta que está ante Dios, porque lo que le sucede en esos instantes los tiene leídos y memorizados en maestros irrefutables. (El Yahvista, Dante...)
La iluminación es una parte física de lo que es un proceso psíquico. He leído que el brillo perceptible con la vista se debe a "un desdoblamiento de iones", cosa de la que no tengo ni remota idea de lo que pueda ser.
El brillo, o iluminación, culmina un proceso psicológico; y siempre se ha descrito como congelación del paso del tiempo. Como si el sujeto regresara a la normalidad, después de entretenerse con el canto de un pájaro, varios siglos después.
En realidad, no creo que durara más de media hora; la percepción es intensa, agrandada, y brillante; se asemeja a esas fotografías profesionales tamizadas por lentes y filtros.
En cuanto conocerse a sí mismo, no deja de ser una metáfora. El individuo evoluciona constantemente según se escuche (Shakespeare), o se lea (escritores místicos).
El individuo "peña", siempre será el mismo imbécil.
¿Queda claro?